lunes, 1 de junio de 2009

ONTOLOGIA DEL VENEZOLANO-SECCION A

ExposicióN De La Ontologia Del Venezolano

UNIVERSIDAD ROMULO GALLEGOS

DECANATO DE ESTUDIOS DE POSTGRADO

DOCTORADO EN CIENCIAS DE LA EDUCACION

APORTES FILOSOFICOS Y LA PRODUCCION DOCTORAL

DRA. SUSANA GOMEZ DE LEAL


Participantes: Zaida Perez

Luis AlbanoRenato

SECCION “A”


Concepción antropológica del venezolano desde el punto de vista de su ontología, su manera de estar siendo en la comunidad. una cosmovisión

En este recorrido teórico reflexivo sobre la concepción antropológica del venezolano desde el punto de vista de su ontología, su manera de estar siendo en la comunidad. una cosmovisión, se hace clara la necesidad de contar con una precomprensión antropológica, ya que la misma como ciencia social estudia al ser humano de forma holística. Combinando en una sola disciplina los enfoques de las ciencias naturales, sociales y humanas, la antropología es, sobre todo, una ciencia integradora que estudia al hombre en el marco de la sociedad y cultura a las que pertenece; y, al mismo tiempo, como producto de éstas. Asimismo, se ocupa de estudiar el origen y desarrollo de toda la gama de la variabilidad humana y los modos de comportamiento sociales a través del tiempo y el espacio, es decir, del proceso biosocial de la existencia de la raza humana.En este sentido, afirma Castillo (1981), “el hombre es el eje, el fundamento y por tanto la justificación de la antropología”. Cabe resaltar que el hombre no es algo que viene dado esencialmente, sino que se configura a través de sus relatos, mitos, narraciones, saberes, creencias, construcciones culturales. En todo esto tiene una importancia capital el lenguaje, que le brinda la posibilidad de expresión y de sentido, pero también le muestra sus límites.Cabe destacar que el hombre no está atado a algo fijo o estático, sino que se va configurando. El ser humano se debe a un desarrollo temporal (historia) y a la vez a un proyecto que le configura como alguien en desarrollo, nunca acabado. En esta historicidad, el hombre no es un espectador imparcial de los fenómenos, sino que se ubica frente a los mismos desde presupuestos heredados (tradición) que le orientan.En cuanto a la concepción antropológica del venezolano, podemos afirmar que el venezolano es uno, cuando se habla de que es uno, no se afirma que es único, ya que sólo sería único si existiera un solo venezolano, es decir, es en esencia el producto de la mezcla de las tribus indígenas que poblaron el territorio venezolano, de los españoles que los conquistaron, de los africanos que llegaron como esclavos y de los numerosos viajeros e inmigrantes que a lo largo de estos últimos cinco siglos y en especial el ultimo siglo, vinieron para quedarse y hacer de Venezuela su hogar. La confluencia de todas estas culturas ha dado forma a una peculiar manera de ser.Es así como en la música, en las voces populares, en la danza, en las creencias, en los aspectos culinarios se detectan todos y cada uno de los rasgos de estos componentes en un sincretismo no siempre fácil de desentrañar. La nación venezolana se construye sobre el mestizaje. Mestizaje racial y cultural. La comprensión de dicha fisionomía es sumamente amplia y abierta y podría estar sujeta a todo tipo de interpretacionesIgualmente, para llegar al fundamento o principio ontologico del venezolano, es preciso comprender que la ontología es aquello que estudia el ser en cuanto ser. Parménides sostuvo que existen dos caminos para llegar al conocer, que son los sentidos, y la razón, por los sentidos se llega a lo cambiable, a lo inseguro, y a lo desconfiable en los objetos, y por la razón se llega a lo universal, confiable e inmutable. Tomando el segundo camino Parménides encontró algo común e indispensable a todo objeto: Que cualquier elemento natural antes de tener alguna característica específica, tiene una sin la cual no existiría, la de Ser, este ser es un elemento fundamental y no una característica que tienen las cosas. Desde entonces se constituye a la Ontología como Ontos = Ser ,y logos= estudio, en este caso lo real es igual al ser, y el ser es igual al fundamento de toda realidad.Ahora bien, debemos tener en cuenta que la ontología no estudia seres particulares, por ejemplo las propiedades del oxígeno. Sino que abarca un concepto de ser universal. En la ontología del hombre, o sea la esencia (o naturaleza) del hombre existente, está referida a las cosas y a los demás hombres, somos co-seres. La vida está repleta de posibilidades, la libertad implica elección y la elección indica posibilidad y esto implica que puede suceder o no (contingencia). Se debe considerar que la elección se hace según pautas normativas y en último término en la ley eterna que se refleja en la ley moral. Así el ser humano es cuerpo sujeto a las leyes cosmológicas de la materia y espíritu a las leyes noológicas (relativo al espíritu). El ser humano es una extraña amalgama de natura y de cultura y debe estudiarse como un todo. Es claro que todo ser tiene propiedades, en nuestro caso particular reflejaremos las características particulares del venezolano.El hombre venezolano, posee el principio de identidad, que proviene en consecuencia de forma indudable, necesaria, y evidente de la característica de decir "lo que es, es lo que es" pareciera como un juicio meramente analítico, (B = B) pero si nos damos cuenta, en toda oración hay una relación directa, entre el predicado, y el sujeto, así decir: la tierra es redonda, corresponde a una relación directa, entre el sujeto, y el predicado, llevando esto a la oración "el Venezolano es el Venezolano" nos damos cuenta del principio de identidad que posee.Al examinar eso que se llama "el Venezolano es el Venezolano", una de las primeras características que aparece es el humor. El segundo pilar de nuestra identidad nacional es el habla, del cual también nos ufanamos. Somos un vacilón, nos decimos, aunque hablemos muy mal el español, es una creencia muy extendida que nuestra forma de expresarnos es una marca registrada con algún tipo de superioridad. Por eso, la gente del centro imita con sorna el hablar de los gochos o los llaneros, del colombiano o el argentino, y no falta quién sepa hacer una buena parodia malandra. El volumen de nuestra risa, el movimiento de nuestros manos o el no tener acento tienen un no-sé-qué (eterna razón de nuestro accionar nacional).En general la música y las canciones venezolanas denotan el espíritu alegre de su gente, el contacto y convivencia con la naturaleza, la generosidad y apertura ante el viajero y una cierta resignación plena de esperanza.El viajero que llega a los más recónditos parajes de la geografía venezolana va a encontrar siempre una sonrisa amiga que le extienda una mano y una mirada cercana que lo acoja y le haga sentir como uno más igual a él con derecho a compartir lo que haya. Además del espíritu innato que genera esta actitud, la inclinación al igualitarismo social está en el germen de esa calidez y generosidad cercana que tan bien ha hecho sentir a los numerosos viajeros que pasaron por Venezuela y que dieron testimonio de ello.El tuteo, tan generalizado en Venezuela y tan diferente de la formalidad de otros países, como puede ser el caso de Colombia, es un síntoma de este profundo arraigo del sentimiento igualitario como objetivo social. Dicha valoración se hace sentir en todos los ámbitos de la vida nacional. Sus repercusiones son numerosas y abarcan desde la convivencia democrática hasta las relaciones jerárquicas que se establecen en instituciones, empresas, escuelas, universidades, familia, gobierno, ciudadanos. Los matices de esta valoración son tan amplios que han llegado a distorsionar incluso la visión que el venezolano tiene de sí mismo y de sus posibilidades de superación y de futuro. El elemento de responsabilidad raras veces se detecta en el vocabulario popular, tan dado al uso del término impersonal. Es como si una fuerza ajena, superior o externa fuera la responsable de cualquier tipo de acontecer. Quizá por eso la propensión a lo mágico como explicación de la realidad. Esta inclinación ha marcado tanto el acontecer diario como la vida política de la nación y la visión de la producción y del trabajo. Llama la atención cómo todavía hoy, en los albores del siglo veintiuno, la prensa y los medios de comunicación en general han llegado a destacar como noticia principal ciertas predicciones del horóscopo. Y en el momento actual, cuando la economía venezolana pasa por una de las situaciones más críticas de la historia, la proliferación de loterías y juegos de azar aumenta, de hecho es uno de los negocios más rentables.La laxitud, el amiguismo y el compadrazgo de nosotros somos iguales, quiebra las normas en detrimento de la institución. Cuántos esperando en una cola han visto a un compadre del que está al otro lado de la taquilla llegar de improviso, pasar por delante de todos para ser atendido y tener que esperar a que ambos terminen su conversa. Todo esto tiene relación con la “viveza” que se respira en actitudes, hábitos y, en general, en una buena parte de la cultura en Venezuela.La mayor parte de las consejas populares tienen por personajes a los animales y presentan breves anécdotas ejemplares, en las cuales la astucia del débil triunfa siempre de la estúpida fuerza del poderoso, y de las que se desprende, como filosofía fundamental de vida, la prédica de la desconfianza.En nuestro fabulario, el tigre, el vigoroso jaguar americano de moteada piel, substituye al león clásico o al lobo nórdico, y el manso conejo vegetariano a la zorra taimada y erudita. Tío Tigre y Tío Conejo son siempre los obligados personajes de nuestra fábula, y es siempre Tío Conejo, el indefenso pobre diablo del mundo animal, bueno, humilde e ingenioso, quien lleva la mejor parte en los lances con el terrible señor de los animales. (...) El rasgo más destacado y al mismo tiempo el arma de Tío Conejo es la astucia, un poco teñida de hipocresía, engaño y dolo, que es el arma del débil contra el fuerte en las sociedades primitivas. Frente a Tío Tigre, que personifica el puro y simple poderío, Tío Conejo esgrime su cúmulo de turbias condiciones que nuestro pueblo comprende bajo el nombre genérico y profundo de viveza.

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