sábado, 15 de agosto de 2009

Entre el empirismo y racionalismo Pirron, Hume y Kant- SECCION D

Creatividad-innovación-Producción






Entre el empirismo y racionalismo
Aportes filosóficos
De Elis, Hume y Kant

I.- PIERRON DE ELIS. EL ESCEPTICISMO

Para analizar la tesis fundamental del filosofo Pirrón de Elis se escogió un video de la película “Hannah y sus hermanas” (Orion 1986) del actor y cineasta Woody Allen, en la que el autor se pasa media película atacado por una crisis existencial “de locura”: que si no sé si Dios existe, que si mi vida carece de sentido, que si no tengo motivos para vivir o ser feliz…

Finalmente, aturdido ante tanta incertidumbre, Woody se encierra en un cine para tratar de “ordenar sus ideas” y se encuentra con la película “Sopa de ganso”, una de las comedias más absurdas e irreverentes (aparentemente muy poco útil para poner orden en el desconcierto), película que le retrotrae a los buenos recuerdos de su niñez, a su infancia feliz y desordenada, cuando nada era lo suficientemente importante como para suponer un problema grave, cuando las “grandes preguntas” no eran necesarias por absurdas y faltas de interés.

Entonces cae en la cuenta, descubre que es imposible dar una respuesta segura a todas esas preguntas y toma la opción del sabio escéptico Pirrón de Elis: la “epokhé” o abstención de todo juicio, ya que nada se puede saber con exactitud ni certeza, y por lo tanto es mejor no emitir juicios. Pero el escepticismo helenístico no es un quietismo (a la manera del hinduismo o del budismo) y la duda funciona a la hora de hacer juicios, no de realizar acciones, pues podemos optar por lo más probable, aceptando las normas éticas de nuestra sociedad como forma de encauzar nuestra acción: ¿acaso no te interesa esta experiencia que llamamos vida?. Y la conclusión del “sabio” Woody no puede ser más brillante: “Tal vez Dios existe, o tal vez no, pero ¡qué más da, si tenemos a los Hermanos Marx!”




2.- DAVID HUME: EL EMPIRISMO

El pensamiento de David Hume, el pensador escocés del siglo XVIII, se define como empirista porque confía del conocimiento a la experiencia. Con esta hipótesis, divide los contenidos de nuestra mente en impresiones e ideas, siendo esta última meras copias de las primeras; es decir, representaciones o “recuerdos” de estas. Para ilustrar las teorías de Hume se presenta un documental educativo de TV Globo de Brasil del programa televisivo Ser ou Nao Ser?

Como complemento se agrega la reciente película Memento (Columbia 2000) de Christopher Nolan, en la cual se plantea un interesante análisis del concepto de memoria. La escena final de esta película sirve para ejemplificar el pensamiento de David Hume. Para este autor, todo nuestro conocimiento procede de la experiencia, bien sea por impresión directa a través de los sentidos (tanto externos, generadores de sensaciones, como internos, generadores de pasiones, emociones y sentimientos), bien sea por reflexión a través de las ideas, que no son otra cosa que “recuerdos actuales de impresiones del pasado” (sean simples o complejas, resultado de la asociación de ideas simples).
Hume concluye que para que una idea sea tenida por conocimiento verdadero ha de ser derivada de una impresión previa. Pero: ¿como podemos generar una idea si nos es imposible retenerla en la memoria? Esto le pasa a Leonard, en la película Memento , que nunca sabe que esta haciendo, porque no ha podido generar el recuerdo que le permita conocer el mundo. Y aun así, el insiste en que el mundo esta ahí, que el mundo no desaparece al cerrar los ojos (cuando dejamos de tener impresiones) porque puedo recordarlo (en el sentido de que, aunque no pueda sentirlo, puedo pensarlo, puedo tener conocimiento de su existencia a través de las ideas que me he formado de él). Pero en un vuelta de esquina magistral, Leonard se justifica diciendo que “tengo que creer que el mundo sigue ahí”, “tengo que creer que mis actos tienen sentido” (aunque no los recuerde), y esta es la clave.
Para Hume todo está en este concepto de creencia: es la costumbre, el habito, la que nos permite proyectar el pasado hacia el futuro y creer que el mundo permanecerá igual a como era en el pasado, lo que nos permite continuar adelante con nuestra vida conscientes de que “el mundo sigue ahí”, si bien este conocimiento es tan solo una creencia, y no es un verdadero saber, un saber cierto.
Este es, además, el punto de partida utilizado por Hume para desmantelar la teoría metafísica cartesiana de las tres sustancias. Puesto que ninguna de ellas es una idea clara y evidente (puesto que no derivan de ninguna impresión), las tres no son más que fantasías creadas por la imaginación, meros nombres vacíos de contenido, sin significado alguno o que no remiten a ningún objeto real. Así el mundo, del que tenemos conciencia, en tanto que realidad permanente e inalterada que no cambia y permanece constante al margen de nosotros.
Pero esta conciencia del mundo no es verdadero conocimiento del mundo, puesto que del mundo sólo podemos tener conocimiento “viéndolo”, “oliéndolo”, “tocándolo”… y lo que vemos, olemos y tocamos son siempre impresiones momentáneas, concretas (y por lo tanto cambiantes), nunca permanentes: no existe un “Mundo” al margen de nuestras impresiones particulares de este o aquel objeto real, del que tenemos constancia de forma inmediata a través de nuestros sentidos. A Leonard solo le cabe “creer” que el mundo existe, porque si no cree, su propio mundo se vendría abajo, atacado como está por esa extraña enfermedad que le impide “tener ideas”.

Para David Hume, nada hay más lejos de la realidad, ya que nuestra única certeza proviene de las impresiones, y no de las ideas (con lo que le da la vuelta a la tortilla, haciendo de las ideas copias imprecisas de las cosas, y no al revés, como sostenían los idealistas: Platón, Agustín, Descartes, entre otros).

3.- INMANUEL KANT: EL CRITICISMO

El análisis de la teoría del conocimiento kantiana supone un evidente esfuerzo de abstracción, que aquí vamos a intentar resolver mediante tres post, cada uno de ellos dedicado a una de las tres partes de la Crítica de la Razón Pura. Comenzamos por la Estética trascendental. esta parte de la Crítica se centra en la facultad cognoscitiva que Inmanuel Kant denomina sensibilidad, que puede ser empírica (derivada de los datos de la experiencia) o bien pura (al margen de toda experiencia): si la primera introduce elementos como colores, sonidos, sabores… esto es, sensaciones (lo que Hume llamó, grosso modo, impresiones), la segunda se encarga de enmarcar estos datos empíricos en el espacio y el tiempo, que, como ya sabréis, son las “formas puras a priori de la sensibilidad”. Si las primeras se entienden como la “materia” que compone la sensibilidad, el espacio y el tiempo son “formas”, es decir, no son las propias impresiones sensibles (verde, agudo, salado…), sino la forma o el modo como percibimos todas las impresiones particulares. Para Kant, estas formas son “intuiciones puras a priori”.

Detallemos esto un poco: son “intuiciones” porque no son conceptos del entendimiento; son “puras” porque carecen de contenido empírico; y son “a priori” porque no proceden de la experiencia, sino que la preceden, como condiciones para que esta sea posible. Espacio y tiempo son como dos coordenadas “vacías” en las cuales se ordenan las impresiones sensibles. Finalmente, a la percepción de los datos de la sensibilidad en el espacio y el tiempo, Kant lo denomina “fenómeno”, que es el objeto de estudio de la facultad de la sensibilidad, y que faculta para el conocimiento matemático (tanto geométrico como aritmético), puesto que nos permite hacer juicios sintéticos a priori.

La disyunción excluyente o exclusiva, a la que Kant se refiere, es en lógica clásica una función de verdad que arroja un valor de verdad verdadero cuando sus dos componentes tienen diferente valor de verdad. Es decir, que si conocemos el valor de verdad de uno de los elementos entre los que estamos optando, podemos inferir el valor de verdad del otro.

En el pensamiento lógico se puede inferir valiosas informaciones totalmente “a priori” utilizando el razonamiento disyuntivo, como hace el hipotético concursante de la película 21 Black Jack (Robert Luckatic, 2008)

En dicha obra afirma Kant que los humanos obtenemos conocimiento, en primer lugar, a través de los sentidos, pero que los datos que llegan a la mente humana para ser procesados solo lo hacen si están situados espacio-temporalmente. Porque el espacio y el tiempo son las dos formas “a priori” de la sensibilidad humana: las llamadas intuiciones puras.

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